Cuba

¡Un Cubano entre los Grandes! El Cardenal García Rodríguez Hace Historia

En un momento épico para la Iglesia Católica, un cardenal cubano se prepara para votar en el cónclave que elegirá al nuevo Papa. ¡Descubre qué significa esto para Cuba y el Vaticano!

  • 06/05/2025 • 10:07

Bajo la mirada expectante del mundo católico y en medio del recogimiento que sigue a la muerte del papa Francisco, el Colegio Cardenalicio se prepara para reunirse este miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina, con la sagrada misión de elegir al próximo sumo pontífice. Entre los 133 cardenales electores figura, por primera vez en la historia moderna de Cuba, un representante de la isla: el cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de San Cristóbal de La Habana.

A sus 76 años, García Rodríguez se convierte en el único cubano con derecho a voto en este cónclave, lo que representa no solo un hito para la Iglesia en la nación caribeña, sino también un símbolo del lugar que América Latina ha ido ganando en los más altos estamentos del Vaticano. Su presencia entre los llamados a escoger al sucesor de Jorge Mario Bergoglio resalta la huella que el difunto pontífice argentino dejó en la Iglesia universal, al haber apostado por una visión más inclusiva y global de la jerarquía eclesiástica.

La trayectoria eclesial de García Rodríguez está estrechamente ligada al pontificado de Francisco. Fue el propio Bergoglio quien, en abril de 2016, lo designó al frente de la arquidiócesis habanera, en sustitución del influyente cardenal Jaime Ortega Alamino. Tres años más tarde, en octubre de 2019, le concedió la púrpura cardenalicia, asignándole el título de Santos Aquila y Priscila, una dignidad que extendió el reconocimiento a su labor pastoral y su perfil conciliador en un contexto político y religioso particularmente complejo.

Conocido por su talante sereno y su lenguaje sencillo, Juan de la Caridad García ha sido una figura de equilibrio dentro de la Iglesia cubana. Su papel ha sido clave para mantener un puente de diálogo entre la institución religiosa y el Estado, así como para sostener la presencia eclesial en un país donde la religiosidad popular convive con décadas de tensión entre fe y política.

Ahora, su voz se alza entre las de los demás cardenales del orbe en una de las decisiones más solemnes de la Iglesia Católica: la elección del obispo de Roma, sucesor de San Pedro y pastor de más de 1.300 millones de fieles en todo el planeta. La reunión, que se llevará a cabo en estricto secreto bajo la majestuosa bóveda de la Capilla Sixtina, marcará el inicio de una nueva etapa para el Vaticano, mientras los fieles aguardan la tradicional fumata blanca que anunciará al mundo la llegada del nuevo pontífice.

Más allá de la importancia espiritual del cónclave, la participación de García Rodríguez tiene también implicaciones diplomáticas y culturales. Su sola presencia recuerda el papel que la Iglesia ha desempeñado en la historia reciente de Cuba, desde la visita de san Juan Pablo II en 1998 hasta el papel mediador desempeñado por la Santa Sede en momentos de tensión social.

A medida que se aproxima la hora de la votación, los focos se posan no solo sobre los llamados “papables”, sino también sobre las voces menos visibles pero igualmente significativas que darán forma al futuro de la Iglesia. La de Cuba, a través del cardenal García Rodríguez, es una de ellas.