La Habana — Con una trayectoria que ha marcado el cine y el teatro cubanos por más de tres décadas, la actriz Laura de la Uz transita hoy con naturalidad entre los escenarios de su país natal y las plataformas culturales de España. Desde Huelva, donde impulsa el Festival “Cuba Cultura” desde hace más de una década, hasta los hospitales psiquiátricos donde se sumergió para construir personajes inolvidables, su trabajo continúa siendo testimonio de compromiso artístico, sensibilidad humana y voluntad de conexión entre culturas. La intérprete, que alcanzó notoriedad desde muy joven con su papel protagónico en Hello, Hemingway (1990), debut cinematográfico que le valió el Premio Coral a la Mejor Actuación Femenina en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, ha forjado una carrera sólida caracterizada por la profundidad de sus personajes y su capacidad para emocionar sin artificios. En entrevista reciente, De la Uz habló sobre su intensa actividad cultural entre Cuba y Andalucía, donde reside una parte importante del año junto a su familia. En Huelva, ha logrado establecer un espacio de diálogo entre artistas cubanos y españoles a través del Festival “Cuba Cultura”, que organiza desde hace doce años junto a una pareja de colaboradores locales. “Este festival es un punto de encuentro donde convergen manifestaciones diversas: música, cine, arquitectura, diseño, pintura, literatura”, relató. Han participado figuras como el pianista Roberto Fonseca, los artistas visuales René Francisco y Ernesto Rancaño, y músicos como Ernán López-Nussa. La experiencia ha sido recíproca. En una edición especial, el festival se trasladó a Cuba bajo el nombre “Huelva Cultura”, con el respaldo del Ministerio de Cultura. Participaron artistas como la cantaora Rocío Márquez y el actor José Luis Gómez, miembro de la Real Academia Española. “Fue un momento memorable, una muestra de cómo el arte puede tender puentes incluso en contextos de distancias políticas y materiales”, destacó la actriz. Pero más allá de los escenarios internacionales, Laura de la Uz también se ha sumergido en las profundidades del alma humana. Su participación en La pared de las palabras (2014), dirigida por Fernando Pérez, fue un hito en su carrera. Allí interpretó a Orquídea, una paciente de salud mental, en un papel que exigió no solo entrega emocional sino una rigurosa investigación sobre la psicología de su personaje. Durante el rodaje, convivió durante semanas en instituciones psiquiátricas como el Sanatorio San Juan de Dios y el hospital Calixto García. Observó pacientes, dialogó con médicos, y experimentó de cerca las realidades de la enfermedad mental en Cuba. “Fue una experiencia que me transformó como artista y como persona. Aprendí a mirar al otro con más compasión, con más apertura. Fue un ejercicio profundo de empatía”, compartió. En un país donde las condiciones del sistema de salud —especialmente en áreas como la psiquiatría— enfrentan limitaciones estructurales, ese tipo de trabajo actoral adquiere una dimensión ética adicional. “No se puede interpretar el dolor desde la distancia. Hay que habitarlo”, reflexionó. A pesar del deterioro progresivo de las infraestructuras culturales en Cuba y el éxodo de muchos talentos del ámbito artístico, Laura de la Uz se mantiene vinculada con proyectos locales. Actualmente prepara dos montajes teatrales en La Habana, cuyos detalles aún no ha revelado, y se alista para filmar una película en las Islas Canarias, bajo la dirección de un realizador español emergente. “Estoy muy ilusionada, sobre todo con el teatro. Es un lenguaje que me apasiona y que tiene algo sagrado: el contacto directo con el público”, confesó. La actriz cubana se ha convertido en un símbolo de la persistencia artística dentro de un país marcado por la escasez y las tensiones sociales, y al mismo tiempo en una embajadora cultural en el exterior, tendiendo lazos desde la autenticidad de su oficio. En una Cuba donde muchas puertas se cierran y los horizontes se estrechan, Laura de la Uz continúa abriendo espacios para el diálogo, la creación y la memoria compartida.