A las 5:12 p.m., la estación meteorológica de Puerto Padre registró una ráfaga de viento con una velocidad de 76 kilómetros por hora procedente del sureste. Aunque no se alcanzaron los umbrales que definen una tormenta local severa —establecidos por los especialistas en 92 km/h—, el fenómeno meteorológico fue lo suficientemente intenso como para provocar afectaciones materiales, especialmente en la localidad de Delicias, perteneciente también a ese municipio. Testimonios de residentes y observadores locales sugieren que los vientos en esa zona pudieron haber sido aún más intensos que los medidos oficialmente. Techos desprendidos, árboles derribados y fallos en el suministro eléctrico fueron algunos de los incidentes reportados tras el paso de la tormenta. El Centro Meteorológico Provincial, con sede en Las Tunas, ha indicado que, si bien los datos técnicos no clasifican el evento como una tormenta severa, se trató de un episodio significativo de lluvias y viento fuerte, lo cual refuerza la necesidad de prestar atención a fenómenos atmosféricos de rápida evolución y efecto localizado. Paralelamente, desde el municipio de Jesús Menéndez, al sur de la provincia, se reportaron precipitaciones acompañadas de caída de granizo en algunas zonas rurales. Aunque no se han confirmado aún daños estructurales en esas áreas, los vecinos manifestaron su inquietud ante un evento poco común en la región. La combinación de alta humedad, inestabilidad atmosférica y elevadas temperaturas ha creado un ambiente propicio para la formación de este tipo de fenómenos en la zona oriental del país, en particular durante la actual temporada de transición climática. Las autoridades locales han comenzado a evaluar las afectaciones materiales, al tiempo que brigadas de mantenimiento se despliegan para restaurar el servicio eléctrico en las zonas más golpeadas. Mientras tanto, el sistema meteorológico continúa bajo vigilancia, dado que las condiciones atmosféricas podrían favorecer la repetición de eventos similares en los próximos días. La situación evidencia una vez más la vulnerabilidad de muchas comunidades rurales ante fenómenos meteorológicos breves pero intensos, que sin llegar a ser catalogados como desastres naturales mayores, provocan interrupciones en servicios básicos y pérdidas materiales para la población.