La Habana

¡No Más Impunidad! La violencia contra el transporte público en La Habana se agrava

Un ataque a un autobús revela una alarmante tendencia de vandalismo. Las autoridades deben actuar ya para proteger a conductores y pasajeros.

  • 23/04/2025 • 13:30

La Habana — En la madrugada de este martes, un nuevo acto de vandalismo contra el transporte público en La Habana ha vuelto a encender las alarmas sobre la seguridad del servicio urbano en la capital cubana. Esta vez, un ómnibus de la Ruta P13 fue atacado con un objeto contundente que destrozó por completo uno de sus ventanales, según informó la Dirección Provincial de Transporte de La Habana.

El incidente ocurrió aproximadamente a las 3:35 a. m., cuando el conductor del vehículo identificado con el número 341 (confronta) transitaba por la Calzada de Bejucal, en la intersección con la calle 4ta. En ese momento, una piedra —aparentemente un fragmento de bloque de construcción— fue lanzada con violencia contra el ómnibus, causando daños materiales significativos. Afortunadamente, no se reportaron heridos.

Tras el hecho, el chofer se dirigió a la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) del reparto Capri, donde formalizó la denuncia. Las autoridades han iniciado una investigación para identificar a los responsables, aunque hasta el momento no se han divulgado detalles sobre posibles sospechosos o testigos del hecho.

Estos ataques no son aislados. En los últimos meses, se han registrado varios episodios similares en diferentes puntos de la ciudad, lo que ha generado preocupación tanto entre los trabajadores del sector como entre los usuarios habituales del transporte colectivo. Las autoridades del transporte han reiterado su condena a estos actos que, más allá de los daños materiales, ponen en riesgo la integridad de conductores y pasajeros, y atentan contra un servicio que ya enfrenta notorias dificultades operativas.

En un contexto de escasez de piezas, envejecimiento del parque vehicular y limitaciones de combustible, el transporte público en La Habana depende de una infraestructura frágil que resiste apenas la demanda diaria. Estos actos vandálicos, por tanto, agravan una situación ya compleja, al obligar a paralizar unidades para su reparación y aumentar la carga sobre una red insuficiente para cubrir las necesidades de movilidad de la población.

El hecho también refleja un fenómeno social más amplio: el malestar ciudadano, la pérdida del sentido de lo colectivo y el deterioro de la cultura cívica. La violencia contra bienes públicos —como los ómnibus— puede interpretarse no sólo como una infracción penal, sino también como una señal del desgaste social que atraviesa el país.

Las autoridades locales han reiterado su compromiso con el restablecimiento de la legalidad y la protección de los recursos públicos, aunque el desafío parece requerir algo más profundo: una estrategia integral que incluya medidas de prevención, educación ciudadana y participación comunitaria para preservar el transporte como un bien común esencial.

Mientras tanto, conductores como el de la Ruta P13 continúan trabajando bajo condiciones de creciente inseguridad, en un esfuerzo diario por mantener en funcionamiento un servicio indispensable para miles de habaneros.