Cuba

Aunque el gobierno reporta una baja en accidentes ferroviarios, persisten graves fallos en la seguridad del sistema ferroviario cubano

El sistema ferroviario cubano muestra un panorama preocupante a pesar de la reducción en incidentes. Con 20 atropellamientos y pérdidas millonarias, las deficiencias estructurales siguen cobrando vidas. ¿Es la cifra optimista un indicativo real o una ilusión ante la tragedia imparable?

  • 22/03/2025 • 13:16

Según declaraciones recientes del ministro de Transporte de Cuba, Eduardo Rodríguez Dávila, el sistema ferroviario del país cerró el año 2024 con una disminución del 14% en el número de afectaciones relacionadas con la seguridad del movimiento de trenes, al pasar de 160 incidentes en 2023 a 137 el año pasado. No obstante, más allá del optimismo de las cifras oficiales, lo cierto es que el panorama sigue siendo preocupante: los accidentes ferroviarios continúan cobrando vidas, causando pérdidas económicas millonarias y evidenciando deficiencias estructurales que no han sido corregidas.

En concreto, los datos confirman 20 atropellamientos a personas en 2024, de los cuales 17 resultaron fatales. A esto se suman choques en pasos a nivel y arrollamientos de ganado, hechos que demuestran fallas tanto en la seguridad de las vías como en la interacción del sistema ferroviario con las comunidades. Un accidente especialmente grave ocurrió en diciembre, en el municipio de Cabaiguán (Sancti Spíritus), donde el choque entre dos trenes de carga fue atribuido a errores humanos en la gestión del tráfico. La falta de automatización y de recursos tecnológicos adecuados para evitar estas situaciones sigue siendo una deuda pendiente.

Aunque el ministro señaló que muchas de las afectaciones reportadas fueron incidentes leves, lo cierto es que el sistema ferroviario cubano continúa funcionando en condiciones precarias. Las afectaciones materiales causadas por los accidentes del último año se estiman en más de 6 millones 600 mil pesos, reflejando el impacto directo sobre la infraestructura y el material rodante, cuya falta de renovación y mantenimiento adecuado es ampliamente conocida.

Por otra parte, la aparente mejora en las estadísticas de accidentes no oculta que la red ferroviaria cubana arrastra un deterioro profundo, con vagones y locomotoras obsoletos, tramos de vía en mal estado y serias deficiencias en el control de tráfico. A esto se suma la escasa inversión en señalización moderna y en sistemas de protección, lo cual compromete no solo la seguridad, sino también la eficiencia del servicio.

En lugar de celebrar una modesta reducción porcentual, el enfoque debería estar en la gravedad de los incidentes que siguen ocurriendo, así como en la falta de soluciones estructurales para evitar que se repitan. El uso del ferrocarril como medio esencial de transporte en Cuba no puede depender exclusivamente del esfuerzo humano o de medidas puntuales como capacitaciones e inspecciones sorpresivas. Se requiere una transformación integral del sistema, que pasa por modernización tecnológica, transparencia en la gestión y participación real de las comunidades en la prevención de accidentes.

En definitiva, el tren sigue siendo un componente vital de la movilidad en Cuba, pero su seguridad continúa en entredicho. Reconocer los problemas sin maquillaje y actuar sobre sus causas profundas es el único camino para evitar que tragedias como las ya ocurridas vuelvan a repetirse.